La vanidad es poderosa en el corazón del hombre; la intemperancia lo mece a su placer, la desesperación lo domina, y el miedo proclama: "¡Mirad! no tengo rival en este corazón"; pero la vanidad va más lejos que todos ellos. Por lo tanto, no llores por las calamidades de la condición humana, más bien ríe de sus locuras. En las manos del hombre adicto a la vanidad, la vida no es más que la sombra de un sueño.
El héroe, el más renombrado de los personajes humanos, ¿es otra cosa sino una burbuja de esta debilidad? El público es voluble e ingrato; ¿por qué se había de arriesgar el sabio por los tontos?
El hombre que descuida sus cuidados presentes para resolver cómo se ha de comportar cuando sea más grande, se alimenta con viento, mientras otros comen su pan.
Procede como cuadra a tu condición presente y así tu rostro no se avergonzará cuando estés en condición más exaltada.
¿Qué ciega el ojo, o qué oculta el corazón a los ojos de un hombre, como la vanidad? Cuando no puedas mirarte, otros te descubrirán claramente.
Como el tulipán que es fastuoso aunque sin perfume, vistoso aunque sin utilidad, así es el hombre que se empina sin tener méritos. .
El corazón del vanidoso está perturbado aunque parece contento; sus cuidados son mayores que sus placeres.
Sus inquietudes no pueden descansar junto con sus huesos; la tumba no es bastante profunda para ocultarla; extiende él sus pensamientos más allá del ser; habla con alabanza para que le retribuyan cuando haya partido; pero quien le prometa eso, lo engaña.
Como el hombre que compromete a su esposa a que permanezca en la viudez, para que ella no perturbe el Alma de él; así es quien espera que la alabanza llegara a sus oídos debajo de la tierra o dará contento a su corazón en el sudario.
Haz el bien mientras vives, pero no te preocupes lo que de él se diga.
Conténtate con merecer la alabanza y tu posteridad se regocijará en escucharla.
Como la mariposa que no ve sus propios colores, como el jazmín que no siente el perfume que derrama; así es el hombre que aparece alegre y deja que los demás tomen nota de ello.
¿Qué objeto tiene, dice él, mi vestidura de oro? ¿Con qué objeto está mi mesa llena de golosinas, si ninguna mirada las ve? ¿Si el mundo no lo sabe? Da tus atavíos al desnudo y tu alimento al hambriento; así serás alabado y sentirás que lo mereces.
¿Por qué das a cada hombre la lisonja de palabras sin sentido? Tú sabes que cuando te lo retribuyan, no lo tomas en cuenta. El sabe que te miente; sin embargo sabe él que le darás las gracias por eso; Habla con sinceridad y escucharás con instrucción.
El vanidoso se deleita en hablar de sí mismo; pero no ve que los demás no gustan de oírlo.
Si ese ha hecho algo digno de alabanza, si posee lo que es digno de admiración, su alegría es proclamarlo y su orgullo es oírlo decir. El deseo de semejante hombre es su propia derrota. Los hombres no dicen: "¡Mira lo que él ha hecho!", o "¡Mira lo que él tiene!", sino: "Fíjate que orgulloso está de eso".
El corazón del hombre no puede atender a muchas cosas al mismo tiempo. Aquel que fija su Alma en exhibiciones, pierde la realidad. Sólo persigue burbujas que se revientan en la fuga, mientras él pisotea lo que podría honrarlo.
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