Entra en comunión contigo mismo, oh hombre, y considera por que fuiste hecho.
Contempla tus poderes, contempla tus necesidades; así descubrirás los deberes de la vida y obtendrás dirección en todos tus caminos.
No precedas a hablar o actuar antes de haber pesado tus palabras y examinado la tendencia a cada paso que hayas de dar; así la desgracia volara lejos de ti y en tu casa será un extraño la vergüenza; el arrepentimiento no te visitara, ni el dolor marcara tu mejilla en esta ni en muchas vidas venideras.
El hombre irreflexivo no frena su lengua; habla sin tino y se ve enredado en la demencia de sus propias palabras.
Así como quien corre apresuradamente y salta por sobre una valla puede caer en algún hueco que hubiera al otro lado y que no puede ver, así sucede al hombre que se lanza bruscamente a la acción antes de haber considerado sus consecuencias y la compensación que La Ley exige.
Escucha, por lo tanto, la voz de la consideración; sus palabras están llenas de sabiduría y el sendero que te señale te conducirá al abrigo seguro y a la verdad.
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