¿Si hay algo digno de amarse, si hay algo digno de desearse, si hay algo al alcance del hombre, que sea digno de alabanza, no es por ventura el conocimiento? ¿Y quién es aquel que verdaderamente lo alcanza?
El político dice que lo tiene; el gobernante de pueblos reclama alabanzas por él; ¿pero lo posee el súbdito?
El mal no es un requisito para el hombre; ni es necesario tolerar el vicio; ¿sin embargo, cuántos males permite la connivencia de las leyes? ¿Cuántos crímenes se cometen por decretos del consejo?
Pero sé sabio, ¡oh gobernante! y aprende, oh tú que mandas las naciones. .
Un crimen autorizado por ti es peor que diez criminales que escapen del castigo.
Cuando tu pueblo es numeroso, cuando tus hijos aumentan en torno a tu mesa, ¿no los envías a matar al inocente y a caer ante la espada de quien no los ha ofendido?
¿Si el objeto de tus deseos exige la vida de mil hombres, acaso no dices: deseo conseguirlo? ¡Sin duda olvidas que Aquel que te creó los creó también! Olvidas que la sangre de ellos es tan rica como la tuya, que el Alma de ellos es también tuya.
¿Dices que la justicia no puede realizarse sin hacer mal? Sin duda que tus propias palabras te condenan.
Tú, que lisonjeas al criminal con falsas esperanzas, para que confiese su delito; ¿no procedes también como un criminal para con él? ¿O es tu culpa menor porque no puede él castigarte?
Cuando ordenas torturar a aquel de quien sólo se sospecha, ¿te atreves a recordar que puedes atormentar a un inocente?
¿Satisface a tu propósito ese resultado? ¿El Alma que está en ti queda satisfecha con esa confesión? El dolor lo obligará a decir lo que no es, pues esto es fácil; y la angustia ha obligado al inocente a acusarse.
Para no matarlo sin causa, haces algo que es peor que matarlo; para probar si es culpable, destruyes al inocente.
¡Oh ceguera a toda verdad! ¡Oh insuficiencia de la sabiduría del sabio! Debes saber que cuando tu juez te pida cuentas de esto, preferirás que diez mil culpables hayan escapado, antes de que un inocente aparezca allí contra ti.
Insuficiente como eres para mantener la justicia, ¿cómo llegarás a conocer la verdad? ¿Cómo ascenderás las gradas del trono de la verdad?
Como el búho que queda ciego por el brillo del sol, así el brillo del rostro de la verdad te cegará cuando te le acerques.
Si quieres ascender al trono de ella, inclínate primero ante su escabel; si quieres llegar a conocerla, infórmate primero de tu propia ignorancia.
Ella vale más que las perlas, por lo tanto, búscala cuidadosamente; la esmeralda, y el zafiro, y el rubí, son como polvo ante sus pies; por lo tanto, búscala varonilmente.
El camino que conduce hacia ella es el trabajo; la atención es el piloto que debe llevarte a su puerto. Pero no te canses en el camino, porque cuando llegues a ella, el trabajo será para ti un placer.
No te digas: mirad como la verdad engendra el odio, y por esto la evitaré; el disimulo produce amistades, y lo cultivaré. ¿No son mejores los enemigos hechos por la verdad, que los amigos obtenidos por la adulación?
Naturalmente, el hombre desea la verdad; y sin embargo cuando está ante él no la capta; y si se le obliga a aceptarla, "¿No se ofende por ello?".
La falta no está en la verdad, porque ella es amable, pero la debilidad del hombre no tiene el esplendor de aquella.
¿No te gustaría mirar tu insuficiencia de manera más clara? Examina tus devociones. ¿Para qué fue fundada la religión, sino para enseñarte tus flaquezas, para recordarte tus debilidades, para señalarte que sólo en el cielo puedes tener la esperanza de hallar el bien?
¿No te recuerda ella que tu cuerpo es polvo? ¿No te dice que, eres como las cenizas? ¿Y mira el arrepentimiento, no está fundado en la fragilidad?
Mientras más breves sean las locuras y disipaciones, mejor; por lo tanto no te digas: No seré tonto a medias.
Quien escucha con paciencia sus propias faltas reprobará audazmente a los otros.
El que niega con razón, sufrirá el rechazo con moderación.
Si eres sospechoso, contesta con libertad: ¿A quién atemorizará la sospecha sino al culpable?
El tierno de corazón se desvía de su propósito por medio dé súplicas, el orgulloso se vuelve más obstinado con las persuasiones, el sentido de tu insuficiencia te ordena escuchar; pero se justo, debes escuchar sin tus pasiones.
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