Los mayores presentes que han dado al hombre son el juicio y la voluntad; feliz aquel que no los emplea torcidamente.
Como el torrente que rueda por las montañas y destruye todo lo que arrastra, así la opinión, común aplasta a la razón en aquel que se somete a aquella sin preguntarse: ¿cuál es la base de eso? 
-¡Cuida de que lo que recibas como verdad no sea la sombra de ella! Lo que aceptas como convincente muchas veces no es más que plausible. Sé firme, sé constante, resuelve por ti mismo, así sólo responderás por tus propias debilidades. 
No digas que el suceso prueba la sabiduría de la acción; recuerda que el hombre no está fuera del alcance de accidentes creados por su propia voluntad. 
No condenes el juicio de otro, porque sea diferente del tuyo; ¿no podrán ambos estar errados? 
Cuando estimas a un hombre por sus títulos y condenas, a un extraño porque no los tiene, ¿no estás juzgando al camello por la rienda? No pienses que te has vengado de tu enemigo cuando lo destruyes; lo que haces entonces es ponerlo más allá de tus alcances, le das la quietud y te privas tú mismo de todos los medios de perjudicarlo.
¿Fue tu madre incapaz de contenerse, y te duele que te lo digan? ¿Hay fragilidad en tu esposa y te duele que te lo reprochen? El que te desprecia por eso, se condena a sí mismo, ¿Eres tú responsable de los vicios de otro? 
No desdeñes una joya porque la poseas, ni aumentes: el valor de una cosa porque la posea otro; el sabio aumenta el valor de lo que posee. 
No honres menos a tu esposa porque ya sea tuya, y desprecia a quien haya dicho: ¿Quieres amarla menos? ¡Cásate con ella! ¿Qué es lo que la ha puesto en tu poder si no es la confianza que ella tiene en tu virtud? ¿La amarás menos por que estés más obligado con ella? 
Si fueras justo en lo que respecta a tu enamoramiento de ella, aunque la descuides cuando la tienes, la pérdida de ella será amarga para tu Alma. 
Aquel que piensa que otra es mejor sólo porque la posee, si no es más sabio que tú, por lo menos es más feliz. 
No peses la pérdida que ha sufrido tu amigo por las lágrimas que ha derramado; los mayores dolores están por encima de estas expresiones. 
No aprecies un acto porque se ejecute con ruido y pompa; el ser más noble es aquel que hace cosas grandes y no se conmueve cuando las hace.
La fama asombra el oído de quien la escucha; pero la tranquilidad regocija el corazón de quien la tiene. 
No atribuyas a malas causas las buenas acciones de otro; tú puedes no conocer su corazón; pero el mundo sabrá por esto que el tuyo está lleno de envidia. 
En la hipocresía no hay más vicio que locura; el ser honesto es tan fácil como el parecerlo. 
Debes estar más pronto a reconocer un beneficio que a vengar un insulto; así recibirás más beneficios que insultos.
Debes estar más pronto a amar que a odiar; así serás más amado que odiado. 
Debes estar pronto a alabar, y tardo para censurar; así alabarán tus virtudes y los ojos de la enemistad que darán ciegos para tus imperfecciones.
Cuando hagas el bien hazlo porque es bueno, no porque los hombres lo aprecien; cuando evites el mal, huye porque es mal, no porque los hombres hablen contra él. Sé honesto por amor de la honestidad y así lo serás uniformemente; quien lo hace sin principios es un vacilante. 
Desea más bien ser reprobado por los sabios que aplaudido por quien no tiene comprensión; cuando te señalan una falta es porque suponen que puedes mejorar; el otro, cuando te alaba te cree semejante a él. 
No aceptes un cargo para el que no estés calificado, para que no te desprecie quien sabe más que tú. 
No enseñes a otro aquello que ignoras, porque cuando él lo ve te vituperará. 
No esperes amistad de quien te haya perjudicado;  quien sufre el mal puede perdonarlo, pero quien lo comete nunca se sentirá bien con él. 
Sin embargo, la ingratitud no vive en el Alma del hombre, ni su cólera es irreconciliable; a él no le gusta que le recuerden una deuda que no puede pagar; se siente  avergonzado en presencia de aquel a quien ha perjudicado.
No te aflijas por el bien de un extraño ni te alegres por el mal que haya sucedido a tu enemigo. ¿Te gustaría que otros te hicieran así? 
¿Quieres gozar de la buena voluntad de todos los hombres? Deja que tu benevolencia sea universal. 
Si no la obtienes así, ningún otro medio te la daría; debes saber que aunque no la tengas tienes el placer mayor aún de haberla merecido, y en tus seres y estados futuros presenciarás las maravillas de tu acto en esta condición. 
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