No consideres con vanidad a tu cuerpo porque fue formado primero; ni a tu mente porque resida allí tu Alma. ¿No es el dueño de la casa más honorable que las paredes? 
Es necesario preparar la tierra antes de sembrar los granos; el alfarero debe construir su horno antes de hacer su porcelana. 
Como dice el aliento del Cielo al agua del abismo: "En esta dirección rodarán tus olas y en ninguna otra; a esta altura, y no más alto, se elevarán en su furia", así también, oh hombre, deja que el Alma actúe y dirija tu carne; deja que aquella reprima tu salvajismo. 
Tu Alma es el monarca de tu cuerpo; no dejes que sus súbditos se revelen contra ella. 
Tu cuerpo es como el globo de la tierra, tus huesos los pilares que la sostienen sobre sus bases. 
Así como el Océano da origen a las fuentes, cuyas aguas regresan a su seno por medio de los ríos, así fluye la fuerza de tu vida desde el corazón  hacia afuera, y así regresa otra vez a su sitio. 
¿No conservan ambos su carrera para siempre? El mismo Dios dio órdenes a ambos. 
¿No es tu nariz el conducto de los perfumes? ¿Tu boca el sendero de los gustos? Sin embargo, tú debes saber que los perfumes que se huelen con exceso perjudican, que las delicadezas gastronómicas destruyen el apetito que estimulan. 
¿No son tus ojos centinelas externos que vigilan por ti? ¿Y sin embargo, cuán a menudo son incapaces de distinguir la verdad del error? 
Deja que tu Alma domine siempre, enseña a tu espíritu a estar atento a su trabajo; de ese modo estos ministros serán siempre para ti vehículos de vida. 
¿No es tu mano un milagro, hay en la creación algo semejante a ella? ¿Para qué te la dieron, sino para que la alargues en ayuda de tu hermano? 
¿Por qué entre todas las cosas vivientes sólo tú puedes ruborizarte? El mundo leerá tu vergüenza en tu rostro, por lo tanto no hagas nada vergonzoso. 
¿Por qué el terror y la desilusión roban a tu rostro sus colores? Evita la culpa y sabrás que el temor está debajo de ti; que el descorazonamiento no es varonil. ¿Por qué sólo a ti hablan las sombras en las visiones de tu mente? Reveréncialas, porque debes saber que ellas proceden de la altura. 
Tú sólo, hombre, puedes hablar. Maravíllate de tan gloriosa prerrogativa y rinde a Aquel que te la dio, una alabanza racional y Cordial, enseñando la sabiduría a tus hijos, instruyendo en la piedad a la descendencia de tus riñones.
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