Cuida de que la prosperidad no excite tu corazón en más de lo debido, tampoco debe deprimirse tu mente hasta las profundidades porque la fortuna sea ruda contra ti.
Las sonrisas de ella no son estables, por lo tanto no fundes en ellas tu confianza; su ceño tampoco se frunce para siempre, por lo tanto deja que la esperanza te dé paciencia. 
Soportar bien la adversidad es difícil; pero tener templanza en la prosperidad es la cumbre de la sabiduría. 
El bien y el mal son las pruebas por las cuales conocerás tu constancia; ninguna otra cosa podrá decirte los poderes de tu propia Alma; por lo tanto debes estar alerta cuando se te aproximen. 
i Mira la prosperidad, cuán dulcemente te lisonjea, cuán insensiblemente te roba tu fortaleza y vigor! 
Aunque hayas sido constante en la mala fortuna, aunque hayas sido invencible en la desgracia, es por ella que has conquistado, sin saber que tu fuerza no regresa, aunque puedas necesitarla. 
La aflicción conmueve a nuestros enemigos y los lleva a la piedad. El triunfo y la felicidad producen envidia hasta a nuestros amigos. 
La adversidad es el germen de la buena acción, es la nodriza del heroísmo y de la audacia; ¿quién que tenga lo suficiente correrá peligros para tener más? ¿Quién que tenga comodidades confiará su vida al azar? 
La verdadera virtud actúa en toda circunstancia, pero los hombres ven la mayoría de sus efectos cuando sobrevienen accidentes. 
En la adversidad el hombre se ve abandonado por los demás; comprende que todas sus esperanzas están centradas dentro de él mismo; despierta él su Alma, encuentra dificultades, y ellas ceden ante él. 
En la prosperidad, el hombre se siente seguro; cree que es amado por todos los que sonríen sentados a su mesa; se hace descuidado y negligente; no ve el peligro que tiene delante; se confía en los demás y al fin lo engañan. 
El Alma puede aconsejar al hombre en la desgracia, pero la prosperidad lo ciega a la verdad. 
Mejor es la tristeza que conduce al contento que la alegría que hace al hombre incapaz de soportar la desgracia y que más tarde lo arroja en ella. 
Nuestras pasiones se imponen a nosotros en todos los extremos; la moderación es el efecto de la sabiduría.
Se recto en toda tu vida, contento en todos sus cambios; así aprovecharás toda ocurrencia; así todo lo que te suceda será fuente de alabanzas. 
El sabio saca ventajas de todo; con el mismo semblante contempla todas las fases de la fortuna; gobierna al bien y conquista al mal; y se mantiene sin conmoverse. 
No presumas en la prosperidad, ni desesperes en la  adversidad; no busques peligros ni huyas bajamente ante ellos; atrévete a desdeñar a todo lo que no permanezca contigo. 
No permitas que la adversidad arranque las alas de la esperanza; tampoco dejes que la prosperidad obscurezca la luz de la prudencia.
Quien desespera del fin, jamás lo alcanzará; y quien no ve la celada, perecerá en ella. 
Quien dice que la prosperidad es su bien, quien dice a ella: "Contigo fundaré mi felicidad", ese ancla su navío en un lecho de arena que será arrastrado por la marea descendente. 
Como el agua que viene de la montaña y en su camino hacia el mar besa los campos contiguos al río, sin detenerse en ningún lugar, así la fortuna visita a los hijos de los hombres; su movimiento es incesante; jamás se detiene; es inestable como los vientos, ¿cómo entonces la apresarás? Cuando ella te bese, estarás herido; cuando te vuelvas a darle las gracias, se habrá ido hacia otro.
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