Debes saber que sólo hay un Dios, el autor, el creador, el gobernante del mundo; todopoderoso, eterno e incomprensible. 
El sol no es Dios, aunque es su imagen más noble; Él alumbra el mundo con su brillo, su calor da vida a los productos de la tierra; admíralo como la criatura, el instrumento de Dios; pero no lo adores. 
A Aquel que es supremo, sapientísimo y bondadoso, sólo a Él cuadran la adoración, el agradecimiento y la alabanza. 
Aquel que ha extendido los cielos con su mano, que ha descrito con su dedo el curso de las estrellas. 
Que fija límites al Océano, los cuales no puede violar; y que dice a los vientos tempestuosos: Calmaos. 
Que sacude la tierra y tiemblan las naciones; que lanza su rayo y los malvados desmayan. 
Que hace comparecer mundos con la palabra de su boca. 
La providencia de Dios está sobre todas sus obras, Él gobierna y dirige con infinita sabiduría.
Ha instruido leyes para el dominio del mundo; las ha variado de manera maravillosa en todas las cosas, y cada una de ellas, por su naturaleza, se conforma a su voluntad. 
En las profundidades de su mente revuelve Él todo conocimiento; los secretos del futuro están abiertos ante Él. 
Los pensamientos de tu corazón están desnudos ante su vista; conoce Él tus resoluciones antes de que las tomes. 
Con respecto a su presciencia nada es casual; con respecto a su providencia nada es accidental. 
Maravilloso es Él en todas sus maneras; sus propósitos son inescrutables; la manera de su conocimiento trasciende tu concepto. 
Rinde, pues, a su sabiduría todo honor y toda veneración; inclínate en humilde y sumisa obediencia a su dirección suprema. 
Dios es benéfico y benévolo; ha creado el mundo por piedad y amor. 
Su bondad es conspicua en todas sus obras; es Él la fuente de la excelencia, el centro de la perfección. 
Las criaturas de sus manos declaran su bondad y los gozos de todas ellas publican su alabanza; las llena Él de belleza, las mantiene con alimentos, las preserva complacido de generación en generación. 
Si elevamos los ojos al cielo, su gloria brilla; si los bajamos a la tierra, la vemos llena de su bondad; las colinas y los valles se alegran y cantan; los campos, los ríos y los bosques resuenan con la alabanza de Él. 
Pero a ti, oh hombre, te ha distinguido con especiales favores y ha exaltado tu estado por encima de todas las criaturas. 
Te ha dotado de razón para que mantengas tu dominio; te ha dado el lenguaje para que mejores tu sociedad; ha exaltado tu mente can los poderes de la meditación para que contemples y adores sus perfecciones inimitables. 
Y en las leyes que Él ha dispuesto como regla de tu vida, tan amorosamente ha adaptado tu deber a tu naturaleza, que la obediencia a sus preceptos es tu felicidad. 
Alaba su bondad con cantos de agradecimiento y medita en silencio las maravillas de su amor; que tu corazón rebose de gratitud y reconocimiento, que el lenguaje de tus labios diga su alabanza y su adoración, que las acciones de tu vida demuestren tu amor por su ley. 
Dios es justo y recto, y juzgará la tierra con equidad y verdad. 
¿Habiendo establecido sus leyes Con bondad y misericordia, no habrá de castigar a quienes las violen? 
No pienses, hombre atrevido, que porque tu castigo se ha retardado, el brazo de Dios esté débil; ni te lisonjees con esperanzas de que Él se desentiende de tus actos. 
La mirada de Él atraviesa los secretos de todo corazón y los recuerda para siempre; no respeta Él ni las personas ni la condición de los hombres. 
Los que están arriba y los que están abajo, los ricos y los pobres, los sabios y los ignorantes, después que el alma haya desechado las prisiones de esta vida mortal, recibirán rápidamente de la Gran Ley de Dios una compensación justa y perdurable, de acuerdo con sus obras. 
Entonces los malvados aprenderán y en el curso del tiempo harán compensación; pero el corazón del que es recto se regocijará en su recompensa. 
Respeta, pues a Dios todos los días de tu vida y marcha en los senderos que Él ha abierto ante ti. Que la prudencia te aconseje, que la templanza te contenga, que la justicia guíe tu mano, que la benevolencia mantenga el calor de tu corazón y que la gratitud al cielo te inspire con devoción. Esto te dará la felicidad en tu estado presente y en el futuro, y te llevará a las mansiones de la eterna felicidad en el paraíso de Dios. 
Esta es la verdadera Economía de la Vida Humana.

Descarga y comparte la siguiente imagen: